Ven y trépame los muros.
Reviéntate sobre mí y cae a mis uñas.
Trépame entera que esta noche no existe la piedad.
Revolotéame como pájaro cuando provoca a un gato.
Erízame la piel de la que hoy no podemos escapar
Para reencarnar en un deseo más profundo, el de morir con vos.
Mis huesos piden clemencia, tus ojos me dicen lo contrario
Y yo me apego a ese sin fin de sentimientos
Que son los del sentir a un metro de distancia
Ese calor infrahumano que nos congela en una fotografía
Que ya no vamos a ver.
Lo que estuvo va a ayudarnos. Lo que no, sigue pegado en ese muro
Que no vamos a volver a ver, nunca más.
Si me diesen la oportunidad de salvar al mundo
Elegiría esta enfermedad todos los días.
El saber que me siento loca.
El saber que cada día amo a las diferentes personas que conozco
Que me embebo de la belleza de cada uno y cada una
Para nutrirme la sangre y sentir que este deseo
Del cual pocos pueden interpretarlo de buena manera y con buena leche,
No es tan lejano.
No es tan insensible, los pueblos, el amor, lo honesto.
Tu boca, mi cielo, el mundo y la vida.
Palabras que atiernizan el odio putrefacto de los cerdos del ayer y del hoy
¡Ven valiente!, trépame los muros,
Reviéntate sobre mi y cae a mis uñas
Trépame entera que esta noche no existe la piedad
Revolotéame como pájaro cuando provoca a un gato
Erízame la piel de la que hoy no podemos escapar, para
Reencarnar en un deseo más profundo.
El del liberarme con vos.
No vamos a verlo más
Ese calor nos congeló.
Ese caos, quedó plasmado, hoy y siempre.